Las posibles preguntas filosóficas planteadas para el desarrollo de este bloque
curricular son las siguientes:
¿Qué significa “conocer”?
¿Es posible conocer?
¿Cuáles son las fuentes del conocimiento?
¿Por qué el conocimiento humano no es igual para todos?
¿Qué diferencias hay entre el conocimiento común y el conocimiento
científico?
¿Qué requisitos se deben cumplir para que haya conocimiento?
¿Cómo se justifican las creencias?
¿”Verdad” es lo mismo que “objetividad”?
¿Las verdades humanas son relativas?
¿Existen verdades absolutas?
¿La verdad se encuentra, se descubre o se construye?
Una forma para involucrar a los estudiantes en la problemática del conocimiento, es
pedirles que escriban un texto en el que respondan a las siguientes cuestiones:
¿Existe
el mundo que nos rodea?
¿Cómo sabemos si existe o no?
Si existe, ¿es cómo nosotros
lo percibimos o puede ser distinto de lo que nuestra percepción nos muestra? Luego,
forme grupos pequeños para que cada estudiante exponga su escrito y así se genere
un espacio de debate. Simultáneamente el docente irá conceptualizando la noción de
“existencia”, “conocimiento” y “verdad”.
Para diferenciar el conocimiento común del conocimiento científico es recomendable
que los estudiantes describan un día de sus vidas y vayan explicitando todo lo que
deben saber o conocer para desenvolverse en el mundo cotidiano (normas,
costumbres, hábitos, efectos que los alimentos tienen en nuestro organismo, trayectos
para llegar a los lugares a los que necesitamos llegar, tecnologías que permiten
comunicarnos con los demás, etcétera). Luego, en plenaria, dilucidar cómo obtenemos
esos conocimientos y si alguno de esos conocimientos es científico o proviene de lo
producido por las ciencias. Finalmente se sintetizará los aportes trascendentales en
esquemas conceptuales o resúmenes.
Algunas películas, como The Truman Show (1998) o The Matrix (1999), exploran el
tema de la cognición humana a través de la percepción, y pueden servir como material
audiovisual para proponer temas de discusión respecto de las fuentes y la fiabilidad del
conocimiento. Es importante que el docente muestre el conflicto que existe entre el
conocimiento como percepción y el conocimiento como sistema racional. También es
interesante explorar junto a los estudiantes las posturas escépticas y dogmáticas que
surgen de las preguntas relacionadas con la posibilidad de conocer.
Tanto en lo que atañe al problema del conocimiento como en lo que se refiere al
problema de la verdad, es usual que muchos estudiantes sostengan posturas
subjetivistas o relativistas extremas. En un análisis apresurado, estas concepciones
pueden ser vistas como más sensatas, tolerantes y democráticas que aquellas que
sostienen la posibilidad de verdades objetivas y de un conocimiento seguro. Sin
embargo, en muchas ocasiones quienes sostienen posturas relativistas lo hacen sólo
por desinterés en los temas a estudiar o por pereza intelectual. En efecto, si todo es
relativo, si las cosas son como a cada uno le parece que son, si lo que es verdad para
mí no tiene por qué ser verdad para ti, entonces no es necesario esforzarse en
argumentar a favor de la propia posición o en examinar la verdad de los que piensan
distinto, o en ser rigurosos en la búsqueda de esa verdad. No es que el docente deba
cuestionar o ponerse en contra de la posición relativista. Lo recomendable es que
intente que los estudiantes comprendan la complejidad de la cuestión, y asuman
responsablemente la posición que pretendan sostener. Esto implica “responder por”
ese pensamiento, hacerse cargo de él, dar argumentos a su favor, atender las posibles
objeciones, mostrar interés por otras posturas y elaborar argumentos críticos en
contra de ellas.
Los problemas de la ética y de la estética pueden llegar a ser sumamente significativos
para los estudiantes, en esta etapa de sus vidas. Si el ser humano es un ser libre, si
puede distinguirse entre lo que está bien y lo que está mal, o en qué situaciones somos
responsables por lo que hacemos, son cuestiones éticas que pueden relacionarse con
las vidas concretas de los adolescentes. A su vez, sus gustos estéticos, la relación que
los estudiantes establecen con obras artísticas (por ejemplo, expresiones musicales
que ellos escuchan y aprecian), pueden dar lugar a intensos e interesantes debates.
Para iniciar el análisis de la temática curricular de este bloque, es recomendable
plantear la cuestión de la libertad invitando a los estudiantes a expresar sus opiniones
y explicitar sus representaciones. El objetivo pedagógico es lograr que ellos
reconozcan grados de responsabilidad en las propias acciones, en las de sus
compañeros, en las de sus docentes, y en otros actores de la comunidad. Para que esta
idea sea admitida y analizada, es preciso acudir a una definición mínima de “libertad y
responsabilidad” (“no somos libres de elegir lo que nos pasa, pero somos libres de
responder a los que nos pasa’). Esta definición y otros conceptos propios de la ética
pueden ser desplegados analizando casos reales o hipotéticos, historias de vida y
dilemas éticos de actualidad. Lo importante es indagar acerca de los grados de libertad
de las personas en contextos diversos y ante situaciones diferentes.
Con respecto a los valores estéticos, es claro que todos sostenemos alguna “ideología”
estética. Todos llevamos con nosotros un conjunto de valores, criterios y apreciaciones
estéticas que asumimos de manera acrítica e inconsciente. La tarea pedagógica
consiste en conducir a los estudiantes a reflexionar, explicitar y aclarar las propias
posturas estéticas, estableciendo relaciones entre los gustos estéticos y la sociedad en
la que vivimos o la condición social en la que nos encontramos inmersos.
En general, los adolescentes se interesan especialmente por la música y suelen asumir
posturas bastante rígidas e intolerantes acerca de sus gustos, esto debido a la
necesidad que sienten por construir sus propias identidades. Por ello, trabajar sobre
estos temas constituye una oportunidad para que el docente induzca a los estudiantes
al conocimiento de otras expresiones artísticas a las que ellos no acceden por sí
mismos.
Es recomendable que las discusiones y el estudio de los conceptos se desplieguen a
partir de la visualización de obras pictóricas, de películas, de fotografías y otras
manifestaciones artísticas populares. También es muy importante que los estudiantes
expongan sus gustos respecto de lo que conocen, es necesario respetar sus
apreciaciones y valoraciones estéticas, sus contextos y culturas.
Este bloque permite volver a lo planteado en el primero: las preguntas filosóficas (y sus
respuestas) no tienen la utilidad que puede brindar la ciencia, pero son esenciales e
insustituibles. Cuestiones relativas a la muerte, al amor, a la felicidad, son
específicamente humanas y fundamentales para el despliegue de nuestras vidas. Y si
bien no encontraremos respuestas únicas y seguras, podremos ir aclarando, gracias al
ejercicio del pensar filosófico, nuestro modo de ver el mundo y nuestra mejor manera
de orientarnos en él.
Este bloque curricular propende a ser muy creativo y productivo, porque da lugar a la
escritura de notas ensayísticas en las que los estudiantes expresen con argumentos lo
que creen, piensan y sienten. También, es oportunidad para que indaguen, comparen y
evalúen sobre estas cuestiones leyendo textos literarios, realizando encuestas y/o
entrevistas, analizando distintas expresiones que la cultura en general, y el arte en
particular, han producido acerca de la muerte, el amor o la felicidad. El docente podrá
ir orientando esta tarea, ofreciendo fragmentos de textos filosóficos, cuentos y
artículos periodísticos. No se trata de ofrecer una sola visión sobre estos temas, sino
mostrar la mayor variedad posible de posiciones. Así, por ejemplo, respecto de la
muerte, las ideas básicas pueden ser las siguientes:
La muerte, en tanto situación límite, es fuente primordial de preguntas
filosóficas.
El ser humano es el único ser que, además de vivir, existe (es decir, es para
otros). Por eso, aunque deje de vivir, puede seguir existiendo en los demás (a
través de sus producciones, a través del recuerdo de los que siguen viviendo).
Porque sabemos de nuestro ser mortal, apreciamos la vida y somos capaces de
la alegría (alegría de vivir).
Del mismo modo, se pueden pensar y ofrecer ideas básicas para las cuestiones
relacionadas con el amor y la felicidad, no para limitar la producción de los
estudiantes, no para prescribir lo que hay que pensar, sino para orientar y habilitar la
pregunta filosófica y el ensayo de las posibles respuestas.
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